A veces hay días en que no sabemos que hacer, el tiempo pasa lentamente, sin sentido, y la melancolía nos abraza nos rodea...
Un estado emocional extraño, raro, incómodo. Nos aferramos a esas fotos que nos recuerdan una y otra vez a esa gente que esta tan lejos. A esos lugares donde ahora desearíamos estar, dejando a atrás todos los problemas, todo lo que no queremos ver, todo lo que nos provoca estrés, tensión, toxicidad espiritual.
Suelo pensar que este mundo, debería descansar, la gente cada vez es más agresiva, no observa lo que a veces le rodea, no se da cuenta de que a veces el mundo es más bonito de lo que creen, la gente ya no se para a observar una flor, a mirar como una abeja se posa en sus pétalos. Es triste.
Ya no se aprecia, ya no se le tiene respeto a lo que en un día fue la madre naturaleza. Ahora se tiran las cosas al suelo, contaminamos sin parar y el mundo se va degradando. Luego hay lugares donde se derrochan botellas de champán que ni siquiera se beben, sino que se tiran por encima de las cabezas, y en ese mismo momento, mientras un chorro de ese licor moja los pelos de un rico saciado de dinero en otra lugar mueren niños de hambre, desnutridos y deshidratados. Mueren de miseria de enfermedades que aquí ni siquiera se les da importancia. Así esta el mundo de desigualado, un mundo con continua injusticia.
Somos ambiciosos y solo buscamos por nuestra mejor comodidad, hasta llegar al punto que el humano esta destrozando su propio hábitat, somos un monstruo de la sociedad que derrota todo lo que encuentra a su paso. Explotamos el polo norte por el petróleo, talamos hectáreas del Amazonas, dejando a una cantidad inmensa sin su hogar, sin su ecosistema, sin nada, y así a la vez destrozando lo que para algunas tribus era su casa, perdiendo todo lo que tenían y acabando a su extinción.
Un mundo, lleno de injusticias y de ningún respeto.
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